viernes, 29 de enero de 2010

PÉREZ-REVERTE DURO PERO REALISTA COMO SIEMPRE

A.P.Reverte (El Semanal)
Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de
toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas.
Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo
desaparecido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las
muertes súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de
pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate,
sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes:
comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses;
primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la
inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa,
esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales
están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la
desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al
cristal con las palabras se alquila o se traspasa.

En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas después
de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia,
dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda
tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de
regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas
panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e
innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo
simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en
ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando
no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos
-críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del
tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados,
escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos
reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.

Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las
putas políticas, que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las
putas cartas lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban
lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra,
pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando
los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los
últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se
parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo
que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia. Haber
presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a
que tal o cual crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El
saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas
que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros.
Morían tantos sueños.

Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones
deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados
que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios
españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán.
Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza,
que arriesgó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin
remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por
la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de
prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo,
pero ni pueden ni saben. De esa gentuza encantada consigo misma que no
sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don
Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que
corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico,
demagogo, embustero hasta el disparate. Sentenciándonos, entre unos y
otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase
media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo
paralelo encubierto y a la economía clandestina. Con mucho Berlusconi
en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y
camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto,
sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos
nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de
hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros. Para
entonces, los responsables del desastre se habrán retirado
confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos
oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a
sí mismos. A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a
todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el
rótulo se traspasa. Así que malditos sean su sangre y todos sus
muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos
colgados de una farola.

1 comentario:

Salvador dijo...

...La pura realidad, contada por un gran profesional
Un saludo Jaime!!